Se dice que hace ya varias décadas, existió una muchacha llamada Enriqueta Gil, bastante bella, de una familia adinerada y un padre elitista, que claro esta, le prohibía terminantemente casarse con el muchacho que ella ama por ser pobre. Aun con las intervenciones del progenitor de la joven, el par de enamorador encontraban la manera de verse y de darse cariño.
Por alguna circunstancia que no se sabe, Enriqueta enfermo de gravedad, el padre trato de todo para salvarla, hasta le llevo al galán para que se casaran, pero fue en vano, ya que la joven murió, no sin antes prometerle a su amado que lo volvería a verlo alguna vez. Al día siguiente enterraron a la preciosa mujer en el panteón de puerta blanca, en la tumba familiar que todavia existe. Del novio nadie sabe nada, desapareció, flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones al morir su vieja.
Pero aquí es donde la historia se vuelve interesante, ya que muchos taxistas y conductores, que han pasado a altas horas de la noche enfrente del panteón, juran que una bella mujer se ve caminado por entre las tumbas, o recargada en la reja del cementerio, mirando hacia afuera, esperando ver una vez mas al amor que se le fue.
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